jueves, 2 de abril de 2009

Preámbulo

"Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino..."

Me lo enseñó mi abuelo, cuando tenía sólo 7 años. Sentada en su falda aprendí a recitarlo de memoria, sin entender demasiado su significado. De mi abuelo rescato muchas enseñanzas buenas, como ésta. Pero alguien me marcó que las hubo también malas.

Cuando a los 17 escuché a Alfonsín recitar el preámbulo, despertó aquel recuerdo de mi infancia que aún hoy me habita. Desde esa coincidencia, desde esa emoción de escuchar de nuevo semejantes palabras que para entonces ya comprendía mejor, comencé a observarlo con más atención. Y fue Alfonsín quien abrió mis venas para darme cuenta de que el ser humano es capaz de llevar a cabo las atrocidades más aberrantes. Gracias a él, hice mía, como tantos otros argentinos, la frase "Nunca más".

Hasta siempre, Alfonso. Gracias a vos hoy sigo buscando la unión de los argentinos, que estoy segura acarreará consigo nuestra igualdad, nuestra libertad, nuestra paz.