viernes, 19 de marzo de 2010

Un hombre de espaldas



















Un hombre de espaldas
pero su mano...
su mano se siente.
La siente el criollo entregado.
La siente mi hermana equis.
La siente la anchura de la Pampa
y la acaricia
la sumerge
la anida
como mi alma pampa.

A sus espaldas
el viento teje canciones
con las crines de apegos
que observan holgura:
la suya.

En cada nube
cada pastizal
habita su esencia.
Inunda con fragancias el atardecer manso
como sus espaldas
como su frente.

Dicen del gaucho que sueña soledad...
Estas espaldas
levan compañías
que allí, en sus espaldas,
se guapean
(como mis ojos).

En su inmanencia
no hay territorio para la soledad.
Y cuerdas amigas susurran
en el canto su trascendencia.
Como éstas
que rasguean las letras
de María, Juan,
letras que componen mi tímido nombre
a sus espaldas.